Como esto es para esas historias que merecen ser contadas, dejo esta:

El Chopo

Un compañero de trabajo me invitó a tomar algo con un par de amigos suyos, a quienes yo conocía lejanamente. Uno de ellos era El Chopo, que debe el apodo a su parecido con el personaje de 25 Watts, el baraja que le quería manguear la chaqueta al protagonista.
Cuando llegamos, ya estaban hacía rato con vasos pegados a las manos. Al lado había una mesa larga con veinte tipos festejando algo. Hacían mucho ruido y golpeaban la mesa como vikingos. El Chopo tenía algo en la mirada, una violencia contenida, que no me gustó. Pedimos un par de whiskys y nos pusimos a conversar.
No sé si fue intuición o sexto sentido o qué pero mis antenitas de vinil detectaron la presencia de un problema, y no me equivoqué. Cuando uno de esos tipos se levantó para ir al baño, tropezó con la silla del Chopo y este se levantó como empujado por un resorte, lo cazó del pescuezo y lo puteó todo. Yo no lo podría creer. Nosotros éramos cuatro y este hijo de puta le estaba metiendo el peso a veinte. ¿Puede el alcohol esfumarle de ese modo, a alguien, el instinto de conservación? Los de al lado pararon el alboroto.
Pensé que le había bajado la locura, porque lo soltó y se apartó, pero fue solo para dirigirse a la mesa de los otros y gritarles, uno por uno, que los esperaba afuera porque les iba a romper la cabeza a todos. "¡Pero eso sí!" gritó, "¡vengan todos juntos, no vengan de a uno!".
Como una batahola salimos todos para afuera mientras El Chopo nos tranquilizaba diciéndonos que no nos metiéramos, que miráramos nomás, y los mozos trataban de atajarnos, pero éramos un malón. Quedó El Chopo en la calle, enfrentados a todos estos tipos, que formaron una herradura. Entonces dijo "esperen un minuto", y se fue, dando vuelta la esquina. Nos quedamos todos intrigados. Los tipos nos miraron a nosotros, que nos apuramos a levantar los hombros como diciendo que no teníamos idea de qué iba a hacer, lo cual era cierto. En eso apareció. Había ido hasta su auto y venía con un bate de béisbol.
_ ¡Ah!, no sos lo suficiente hombre como para defenderte solo, que precisás un bate - dijo uno.
EL Chopo lo miró, y le arrojó el bate a los pies.
_ No es para mí, es para que ustedes se defiendan - respondió, con fuego en la mirada.
El silencio fue sepulcral. Solo uno amagó a agarrar el bate, pero cuatro o cinco lo atajaron. Se metieron al bar, pagaron y se fueron. Increíble. El bate quedó tirado mientras se alejaban. El Chopo lo levantó, se lo puso al hombro, y dijo por lo bajo:
_Locos de mierda...
Y entró al bar.