Y luego de 1 año de espera, al fin ya ha llegado, la cuarta temporada de Juego de Tronos. Sin dudas los que ya han leído estaban esperando esta temporada, no solo por el hecho de ver como trasladaban a la televisión los sucesos mas importantes que hay en el tercer y cuarto libro, sino que, ademas, queríamos ver que tan fieles eran esas representaciones.
El inicio del episodio fue soberbio, con la reforja de Hielo, el antiguo mandoble Valiryo de la Casa Stark, y la división para forjar dos nuevas espadas que tendrán un gran significado en la serie, pero la escena que representa la tercera temporada fue la quema de la piel de Huargo por parte de Tywin Lannister, significando la caída en desgracia (o no) de la Casa Stark… Pero recordemos que el Norte nunca olvidará, el Norte recuerda.
Mientras quedábamos impactados con la escena anterior, entra en el Juego de Tronos un personaje muy querido y esperado por todos los fans de la saga; Oberyn Martell, la Víbora roja de Dorne. Y aunque Pedro Pascal no se parece en nada a lo que teníamos imaginado del Principe Oberyn, sin dudas ese toque “extranjero” y su forma de hablar (Recordemos que es chileno, y su acento en ingles se nota) da la sensación de que Él es Dorne, y que como dice en una de sus primeras escenas… “Lo haremos a su manera”.
Podría seguir comentando por horas este episodio, porque no ha habido actuaciones flojas, sin embargo, me quedaré con la escena final… Arry, el Fantasma de Harrenhal, Arya… Vemos como los Starks quizás no hayan caído tanto en el olvido, y que la sed de sangre de esta niña, le darán muchas almas al Dios Rojo…
Sin mas que decir, espero con ansias el próximo episodio, escrito por Martin, y que se llamara “La Rosa y el Leon”, hasta la próxima semana,
Valar Morghulis.